miércoles, 27 de julio de 2016

Se recuerdan 40 años del peor sismo del siglo XX



Un 28 de julio de 1976 la tierra tembló en la ciudad Tangshan al noroeste de China, con la pérdida de 242.000 vidas, más que en ningún otro terremoto del siglo XX. Las cicatrices de este hecho perduran 40 años después.

"La experiencia del terremoto se puede resumir en una palabra: miserable", comentó una mujer apellidada Liu, que sobrevivió al sismo, cuando tenía 29 años.

Han pasado cuatro décadas de aquella fatídica madrugada y Liu, a sus 69 años, habla con voz decidida de su vivencia, de cómo la despertaron las sacudidas del suelo mientras dormía y de que se salvó gracias a una caja que tenía junto a su cama.

El sismo, de 8,2 grados en la escala de Richter, se produjo a las 03.42 hora local, cuando la mayor parte de la población dormía y no podía reaccionar.

"Cuando ocurrió el terremoto, la gente estaba durmiendo. Los que conseguimos sobrevivir tratamos de escarbar (entre los escombros), pero los cuerpos salieron ya fríos", explicó la anciana.

Murieron unas 242.000 personas, aproximadamente una cuarta parte de la población de Tangshan de entonces, y más del doble resultaron heridas, cifras que lo convierten en el terremoto más letal del siglo pasado.

La ciudad tal y como había existido hasta entonces desapareció con el seísmo: más del 90 % de las viviendas y casi el 80 % de las fábricas no lo soportaron y acabaron en escombros.

La localidad quedó aislada, con los suministros eléctrico y de agua potable cortados, las comunicaciones por teléfono, telégrafo y radio interrumpidas y carreteras y vías férreas destruidas.

Aunque el temblor se sintió también en grandes ciudades cercanas como Pekín y Tianjin (a 180 y 130 kilómetros, respectivamente), un minero, Li Yulin, tuvo que ir hasta la capital para informar al Gobierno chino de la magnitud de la catástrofe y pedir ayuda.

El museo de Tangshan sobre el terremoto, con más de 400 fotografías y 600 objetos -incluido el dibujo del sismógrafo que midió el temblor de la tierra- consagra a este minero como héroe en medio de la tragedia y también destaca la labor del Ejército chino en el rescate y la reconstrucción de la ciudad.

Allí no hay, sin embargo, ninguna referencia a la participación extranjera en esas tareas, porque el régimen chino, con los últimos coletazos de la Revolución Cultural y dividido por disputas internas por la debilidad de un Mao Zedong que moriría seis semanas después, rechazó toda ayuda extranjera. La noticia del terremoto, de hecho, no se supo hasta varios días después.

"Tardamos un año o dos en limpiar los desechos del terremoto", afirma la superviviente Liu, quien añade que "la recuperación ha sido muy buena".

Un paseo por la Tangshan de hoy da pocas pistas del caos en el que se encontraba sumida hace cuatro décadas, pues apenas quedan vestigios de esos días. Esto le valió el sobrenombre de “ciudad fénix”.

La nueva Tangshan es más grande de lo que fue, ya que supera los siete millones de habitantes frente al millón que tenía en 1976, y ha reservado espacios para preservar la memoria de aquella tragedia, como monumentos y un muro de 300 metros con los nombres de las víctimas grabados.

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