martes, 19 de abril de 2016

Angustiosa espera ante escombros del hotel Royal

"Estamos desesperados, pero las esperanzas no se han perdido, hay señales de que entre los restos hay personas con vida", dice a la AFP Laura Taco frente al hotel Royal, en el malecón de Pedernales (oeste de Ecuador), donde su cuñada y su sobrina quedaron sepultadas por el terremoto.

Hasta el sábado a las 18.58 (00.58 GMT) el Royal era un hotel de cinco pisos con piscina, pero desde que la tierra tembló en ese minuto quedó reducido a una cima de escombros, como casi todo en ese pequeño balneario turístico en las costas del Pacífico, convertido en el epicentro de una tragedia que por ahora deja 413 muertos y más de 2.000 heridos.

Ya han pasado 48 horas desde entonces, pero familiares de las cuatro personas que se cree que ocupaban las instalaciones en ese momento siguen esperando un milagro. Según los protocolos internacionales, las primeras 72 horas para encontrar sobrevivientes son decisivas.

"No se han comunicado y tenemos la seguridad de que ellos están aquí porque el auto está atrás, en el parqueadero", dice Taco, con la mirada fija, triste, en los trabajos de rescate, a la luz eléctrica tras la caída del sol. A lo lejos, puede distinguirse todavía lo que era el área trasera del hotel, con el parqueo y la piscina todavía intactos. A su lado, su marido tiene también la mirada clavada a lo alto de los escombros, mientras los bomberos trabajan con mazos iluminándose con linternas frontales atadas en sus cascos.

La lluvia que ha empezado a caer lo dificulta todo un poco más. Ambos montan guardia frente a lo que queda del hotel tras recorrer sin resultados una morgue improvisada en un estadio de fútbol, un sitio para atender heridos y varios albergues. "Hicimos verificación de cuerpos y no encontramos a nuestros familiares", señala.

Después, recolectaron información en busca de indicios del paradero de sus familiares, y una empleada del hotel que sobrevivió al desastre les comentó que los había visto en la piscina poco antes del terremoto. "Suponemos que salieron de la piscina, subieron a la habitación y ahí les cogió el terremoto, que -según nos indican- fue como que la tierra absorbió al hotel y se hundió", comenta Taco.

Señales de vida

Su sobrina y su cuñada eran parte de un grupo de cuatro personas que había llegado el sábado de vacaciones desde la capital. "Encontramos devastado el edificio de cinco pisos. Nos indicaron que según las pruebas que hicieron el lunes, hay señales de vida, y eso es lo que nos da esperanza", asegura Taco.

Su hermano, padre de la menor, también hace una especie de vigilancia de las labores de los socorristas. Prefiere no hablar. Los socorristas, entre los cuales hay 16 bomberos colombianos, trabajaron con un escáner detector de latidos de corazón, que en principio arrojaron señales de vida entre los desechos de columnas y placas de hierro y concreto.

El teniente Ricardo Méndez, comandante del equipo de bomberos, lo confirma: entre los restos del hotel, que colapsó por un apilamiento y que hizo un giro de 90 grados al precipitarse, se detectaron inicialmente señales de vida.

Dirigiendo excavadoras mecánicas, los socorristas colombianos lograron abrir un estrecho hueco por el que ingresaron rescatistas. Al grito pausado e insistente de "alguien me escucha, somos socorristas", los bomberos trataron de establecer si hay supervivientes. Tras los fallidos intentos por hacer contacto, el controlado y lento retiro de desechos sigue más allá de la noche.

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