domingo, 23 de septiembre de 2012

Entrenan a cucarachas teledirigidas para rescatar a víctimas de terremotos

Investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en Estados Unidos, lograron insertar en cucarachas un mecanismo electrónico que les permitió controlarlas remotamente como si de autos teledirigidos se tratara. La idea es que las cucarachas, insectos extremadamente resistentes y capaces de infiltrarse en cualquier recoveco, puedan controlarse para ser utilizadas en situaciones de rescate, ya que actuarían como dispositivos móviles que recopilarían información y ayudarían a encontrar supervivientes después de una catástrofe. La técnica consistió en acoplar al insecto, como si de una mochila se tratase, un chip controlado por vía inalámbrica que emite pequeñas descargas en la cucaracha para que los científicos puedan controlar sus movimientos. Red de sensores Tal y como explicó Alper Bozkurt, profesor asistente de ingeniería eléctrica y coautor del trabajo, fabricar robots diminutos que puedan operar en situaciones de catástrofe sería complicado. Es por ello que decidieron apelar a lo que se conoce como “biobótica” y hacer uso de cucarachas en lugar de robots, ya que son criaturas capaces de desenvolverse con soltura en ambientes hostiles. “Nuestro objetivo es averiguar si podemos crear una conexión inalámbrica biológica con las cucarachas, que son robustas y son capaces de infiltrarse en pequeños espacios”, explicó el científico. “En última instancia, creemos que esto nos permitirá crear una red de sensores inteligentes móviles que empleen a cucarachas para recolectar y transmitir información, así como encontrar a supervivientes en un edificio destruido por un terremoto”, añadió. Para hacer esto, explicó, necesitan hallar un modo efectivo de controlar el movimiento de las cucarachas y es por ello que se instaló un chip de 0,7 gramos de peso en el lomo de un tipo de cucaracha oriunda de Madagascar. son engañadas La cucaracha lleva en su lomo un chip que emite pequeñas descargas eléctricas. Este microcontrolador se conecta a las antenas y a los cercos, unos apéndices ubicados en el abdomen de estos insectos que sirven para detectar movimiento en el aire que pueda indicar la presencia cercana de un depredador. Los investigadores hacen uso de este apéndice para de algún modo engañar al insecto y hacerle creer que hay un peligro cercano y así siga la ruta determinada. Además, las descargas emitidas a las antenas le hacen pensar que está en contacto con una barrera física, lo que les hace moverse en la dirección opuesta. De este modo, el equipo de Bozkurt logró que un grupo de cucarachas caminara sobre una línea curva. El experimento se incluye en el creciente interés de la ciencia por el desarrollo de “insectos cyborg” o bichos que pueden contribuir al desarrollo de tareas de emergencia, como las que suceden en un terremoto u otro desastre natural. Los científicos instalaron un chip de 0,7 gramos en una cucaracha. El cerebro puede manejar sólo unas 150 amistades La red social Facebook es capaz de gestionar miles de contactos. Pero para nuestro cerebro el límite de amigos que podemos manejar es de 150, según ha calculado Robin Dunbar, profesor de antropología evolutiva de la Universidad de Oxford. Sus estudios indican que en grupos humanos superiores a esa cantidad no existe cohesión y se deterioran las relaciones. Éstas son relaciones con personas que te importan y con las que mantenemos contacto al menos una vez al año. La cohesión social comienza a deteriorarse a medida que los grupos se vuelven más grandes y, por tanto, se tornan difíciles de gestionar. Emociones intensas mueven a compartir en redes sociales Ciertas emociones intensas como el miedo, el enfado y la diversión nos mueven a compartir artículos, noticias y mensajes con nuestros amigos y contactos, ya sea en persona o a través de correo electrónico y redes sociales, según revela un estudio de la Universidad de Pensilvania (EEUU). “Si algo nos hace sentir enfadados es más probable que lo compartamos con amigos, familia que si algo nos hace sentir simplemente tristes”, explica Jonah Berger, coautor del trabajo que publica la revista Psychological Science. Según Berger, tanto el miedo como el enfado o la ira y la diversión son emociones que nos mueven a la acción.

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